¿quién iba a imaginar
que una tarde de lluvia
te iba yo a encontrar?
que las gotas que rozaban
mi rostro no eran para mal.
¿quién iba a imaginar
que presa de tu mirada
me iba yo a quedar?
que prendada de tus ojos
te podría contemplar
¿quién iba a imaginar
que de lo que sale de tus labios
me iba yo a enamorar?
que esas palabras endulzan mi oido
y me hacen olvidar
¿quién iba a imaginar
que tu cara de niño
iba a acariciar?
que tus gestos perfectos
me harían soñar.
¿quién iba a imaginar
que encadenada a tu cuerpo
queria estar?
que envuelta entre tus brazos
me harias sonrojar.
Quizas ninguno de los dos lo buscamos
pero fué lo que encontramos
un sentimiento que nos une
más allá de la razón.
